No traten de entenderlo

"Un sentimiento, no traten de entenderlo" dice la canción. Y si, no hay otra. Cuando uno siente con el cuerpo, es esteril pretender que la razón sea la via por la cual demos algún tipo de explicación a tal sentir. Quiero hablar de futbol. Quiero hablar de futbol  para decirles que me considero un antifanatico. No porque me caigan mal aquellos que se jactan de tal, si no porque creo que el fanatismo, las más de las veces, no nos deja ver y sentir muchas cosas lindas que nos regala el querido futbol. Cosas lindas que son nuestras, pero que también están en otro lado. A veces no están ni en nuestro club, ni en nuestro equipo, ni en nuestra tribuna. Y perderse de disfrutar esas cosas lindas…no. Solo los fanáticos. Así es señores, soy un antifanático y demás está decir que me aburre de sobremanera las discusiones apoyadas en tales posturas extremas. Pero ¡ojo!, no crean que quiero reducir el sentimiento futbolero a un análisis racional-positivo sobre las características de tal deporte. No, al contrario, intento apelar a aquellos que disfrutan del futbol. Del futbol bien jugado, del futbol en la tribuna, del futbol en la mesa, en la tele. Del futbol al sol, entresemana, los domingos de futbol. Esos que se emocionan cuando ven estallar una cancha o cuando ven a un equipo dar cátedra con la esférica. A esos les hablo. Sé que los otros, por más que me entiendan no van a poder sentirlo como yo. Supongo que es normal, que es por el mismo hecho que no me sale sentir el fanatismo que ellos sienten. Porque uno no puede elegir que andar sintiendo por la vida, qué sentir y que no, solo siente. Y no pretendo que todos pensemos igual, ni mucho menos. Al contrario, dónde ubicaríamos a los pecho frío, a los anti-futbol y a los sin aguante. Ellos son tan necesarios como nosotros, la fiesta del futbol no sería tal sin su presencia.  

En fin, como les decía soy un antifanático por excelencia. No creo que seamos el club más grande de la Argentina. No creo que copemos todas las canchas. Tampoco pienso que seamos la hinchada con más aguante ni con más gente. No daría la vida por el club, ni dejaría a mi familia por un partido de futbol. A mi entender, todas estas son las características innegociables del buen fanático. Todo aquel que las cumpla al pié de la letra puede estar tranquilo, se encuentra del lado del fanático legítimo, no hay dudas. Pero todas estas características son también construcción de la razón, de un pensamiento razonado y razonable. Nada más razonable que la lógica: “siga estas conductas, será un buen fanático y las personas lo reconocerán como tal”. Pero no, de eso no se trata lo que siento. Lo que siento no se puede explicar con palabras, no se puede entender, como dice la canción. Creo que al decir esto soy políticamente incorrecto. ¿Cómo se va a preciar de ser tal un hincha que no viaja por todo el país siguiendo a su equipo? ¿Con qué legitimidad me habla este tipo si no cantó todo el partido y además no conoce la trayectoria de cada uno de los jugadores del plantel? Así es señor, yo no me agarro a trompadas con otras hinchadas. Voy a  la cancha cuando puedo y cada vez que puedo, no más de eso. Es más, mi viejo no fue quién me llevó a la cancha, fui yo el que lo llevé a él. Y no solo no fue él el que me hizo hincha si no que además simpatiza por otro club. ¡Toda una tragedia! En fin, es lo que me pasa y no quería dejar de decirlo, a ver si algún trasnochado cree que de repente me considero fanático del club del cual soy hincha, mi entrañable Juventud Unida. ¡No señor!, no se apure. No me juzgue. No me señale. Pero sobre todo no trate de entenderlo.

Nota de Luciano Peralta.